“Por primera vez en mi vida, me
encontraba en una
ciudad donde la clase trabajadora
llevaba las riendas.”
George Orwell sobre Barcelona en
1936. Homenaje a Cataluña.
Somos muchas anarquistas las que nos
hemos interesado sobre la revolución social que comenzó en el
noreste de la península ibérica el 19 de Julio de 1936 (las
milicias, el enfrentamiento con el fascismo…) . Pero no debemos
quedarnos solo con la historia, y mucho menos debemos de “copiar”
la revolución social de 1936, pues no consiguió ni frenar al
fascismo ni destruir el capitalismo. Debemos aprender de ella, tanto
de sus aspectos positivos como de los negativos, debemos servirnos de
su ejemplo para poner en marcha la revolución que abrirá una grieta
en el capitalismo que nunca se cerrará, una grieta que destruirá
por completo tanto al capitalismo como al Estado.
Y es verdad que son tiempos
difíciles, pero sin embargo, tenemos muy claro que el capitalismo
va a caer, pues este tiene a un enemigo mucho mayor que cualquier
otro. La condición humana. La especie humana no ha progresado
gracias a la competición entre los miembros de la misma, ni gracias
a la formación de naciones y fronteras. La especie humana ha
progresado gracias a la colaboración entre los individuos de los
cuales se compone.
`Esto es nada menos que la
revolución´, así de tajante se mostraba el periódico en su
editorial del 23 de septiembre de 1936. La CNT comprendió que ambos
procesos eran tan inseparables como necesarios y para ello tanto el
anarco sindicato como el resto del Movimiento Libertario que
englobaba a organizaciones como FIJL, Mujeres Libres, los ateneos
libertarios o FAI emprendió un proceso de autooorganización sin
precedentes en el cual el pueblo se educó a sí mismo para
transformar la sociedad política, cultural y económicamente.
Este proceso revolucionario no solo
frenó el primer conato de golpe fascista en Barcelona donde los
reaccionarios comenzaban a tomar posiciones estratégicas, también
puso contra las cuerdas el poder de la Generalitat y de la república
burguesa que permanecía impasible ante el alzamiento militar.
Todo un entramado de escuelas
dirigidas por y para los y las obreras, alrededor de 11.000 empresas
colectivizadas, un aumento cuantitativo y cualitativo de la
producción, una gestión comunitaria de la vida, una revolución
feminista estallando en el seno de la propia revolución libertaria,
ese es el bagaje que nos deja julio de 1936.
Este bagaje no es algo muerto, la
historia continúa…
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